Ahora puedo decir con seguridad que mi bipolaridad, mi subibajas emocional, mi Dr. Jekyll and Mr. Hyde se lo debo a que crecí en los ochentas, cuando en mi casa no había televisión de paga ni mucho menos y después de terminar la tarea, me reventaba el cerebro viendo telenovelas del canal de las estrellas, mientras la Vero se la pasaba sufriendo por amor y Lucía Méndez se azotaba porque el wey no era el príncipe que esperaba. Ahora puedo decir, pinches todos, pinches viejas dramáticas ahora págenme el psicólogo o consiganme los tafiles de menos.